Las escuelas son
establecimientos únicos para la
intervención en crisis porque son las únicas instituciones públicas avaladas
por la sociedad para tener un contacto cotidiano con los niños, de manera usual
en seis horas o más al día, en por lo menos nueve meses durante cada año. El
personal de escuela tiene la adecuada oportunidad para darse cuenta de que un
niño está en crisis y, en virtud de su contacto continuo con el niño ayudarlo a
elaborar la crisis hacia la resolución.
El reto del
entrenamiento se convierte en el de preparar a todos los empleados escolares
para su contribución a facilitar la resolución de la crisis a cada niño o grupo
de niños en cuanto surja la necesidad de ello.
Los principales
elementos de cualquier sistema de suministro de servicios son: El plan escrito
acerca de qué hacer cuando ocurra una crisis; los recursos materiales para
llevar a la práctica el plan, y el personal entrenando para llevar a cabo el
servicio.
El objetivo; es orientar el plan escolar, los recursos materiales
y el personal de manera que los objetivos auxilios psicológicos y la terapia
para crisis puedan lograrse. Y contrarrestar el sentimiento de
soledad, escuchar al niño de manera atenta como describe la situación, ser
sensible y ponerse en su lugar.
Primeros auxilios psicológicos: La expectativa no es
que los maestros se hagan cargo de la responsabilidad agregada a los
orientadores, al hablar con un niño en el patio de la escuela, en el salón
después de clases o por teléfono, los ciño componentes de los primeros auxilios
psicológicos pueden utilizarse como un mapa cognoscitivo, una guía para ayudar
a los estudiantes a dar pasos hacia el enfrentamiento de una situación de
crisis.
Contacto
psicológico: El objetivo fundamental del contacto
psicológico con los niños es contrarrestar el sentimiento de soledad y temor
que éstos experimentan con frecuencia durante una crisis.
Esto implica escuchar
de manera atenta cómo el niño describe la situación, imaginándose uno mismo “en
sus zapatos”, poner particular atención a cómo se siente el niño en ese momento
(perturbado, airado, temeroso) y entonces encontrar alguna manera de hacerle
notar la apreciación/comprensión ir parte de uno con respecto a la situación.
La novedad, extrañeza, falta de
familiaridad con respecto a la experiencia de crisis se aplicará en especial a
los niños de corta edad. Un niño que está extremadamente triste, airado,
ansioso o aterrorizado puede creer que es el único que se siente de esa manera, y, ante la
ausencia de retroalimentación por parte de otra persona confiable, llega a
creer que algo está “mal” en la reacción emocional.
Dimensiones del problema: Sin sobre interpretar señales
verbales como pensamientos/planes destructivos, un maestro alerta advertirá los
flagrantes temas suicidas/homicidas y buscará una oportunidad para lo mismo
hablar con el estudiante que para conseguir que alguna otra persona confiable
(el consejero de orientación o de un entrenador) lo haga así. Atención especial
a los posibles conflictos del desarrollo que desencadena cualquier índice de
crisis, no abordar el tema de manera directa
Posibles soluciones: Sentido de dominio
sobre la crisis, error hacerse cargo del problema administrativo rápido y solo,
dejar al niño localizarse y dirigirse con quien el desee, aconsejar al pupilo y
apoyarlo. La postura de acción del maestro será fundamentalmente facilitadora,
al manejar de manera principal el escuchar activamente y tal vez aconsejar
acerca de qué debería hacer el estudiante en lo subsecuente. En otros casos, el
maestro adoptará una actitud directiva y remitirá al estudiante a un consejero
de orientación, un trabajador social escolar, un psicólogo escolar.
Seguimiento: Indagar sobre el problema con los
estudiantes, llamar o visitar al estudiante para cumplir el seguimiento.
Interés con el estudiante
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